Bendito el día en el que me hablastes, estaba en una fase de mi vida en la que empezaba a tocar fondo, había perdido la ilusión, estaba desganada, muy muy cansada física y psíquicamente, sin energías… llegaste justo en ese momento en el que más lo necesitaba y, sin esperarlo ni saberlo, te cruzastes en mi camino para ayudarme.
Ahora puedo decir, meses después, que he vuelto a ser la misma persona que era, con muchísima energía, con ilusión y con ganas de comerme el mundo.
Bendito el momento en el que nos conocimos, casualidad o causalidad más bien. Te estaré agradecida sieeeeeempre.